Por siglos -sobre todo a partir de la época del expansionismo imperial-, exploradores, religiosos y científicos se internaron en territorios indígenas con diversos propósitos, generalmente en el contexto de proyectos de colonialización. A veces obedeciendo una instrucción expresa, otras veces por iniciativa propia, todos ellos procuraron hacerse de objetos que, ya como evidencia científica o como meras curiosidades, sirvieran para informar de aquellas culturas exóticas. Así, los territorios indígenas se convirtieron en un escenario principal para el ejercicio del coleccionismo.
Como consecuencia, un porcentaje considerable del patrimonio indígena se encuentra hoy separado de sus contextos originales y disperso en museos alrededor del mundo. En respuesta a ello, durante las últimas décadas los pueblos indígenas se han organizado para reclamar la restitución de los cuerpos de sus ancestros y de sus objetos sagrados y funerarios, así como de otros materiales de importancia cultural. Esta reivindicación se ha convertido en un fenómeno de alcance global, denominado "movimiento de la repatriación".
¿Patrimonio indígena o universal?
Diversas son las razones por las cuales las comunidades indígenas alrededor del mundo reclaman el regreso de sus ancestros, de sus materiales funerarios y de sus objetos ceremoniales. En lo que se refiere a los cuerpos humanos, el principal argumento consiste en que los antepasados deben reunirse con su tierra para descansar y recibir los rituales apropiados. La demanda por la restitución de los objetos, en tanto, se funda en su importancia para el ejercicio, continuidad o revitalización de conocimientos, ceremonias y tradiciones.
Atendiendo a estos argumentos, desde 2007 la repatriación está considerada por la comunidad internacional como un derecho indígena (Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas). Sin embargo, dentro del ámbito científico, el reconocimiento de este derecho ha suscitado un acalorado debate e, incluso, la oposición de quienes sostienen que el patrimonio indígena debe retenerse en museos e instituciones científicas por el bien de la ciencia y el saber universal.
El caso de Rapa Nui
Rapa Nui fue escenario de una larga historia de coleccionismo, cuyos primeros registros se remontan a los viajes de descubrimiento del siglo XVIII. Durante los siglos posteriores, esta práctica se incrementó, con la llegada de una serie de expediciones que portaban órdenes explícitas de recolectar piezas representativas de la arqueología y etnografía de la isla para depositarlas en diversos museos nacionales.
Buscando revertir los efectos de esta historia, el pueblo rapanuí ha liderado en Chile el movimiento por la restitución patrimonial, formando el año 2013 el primer programa de repatriación indígena del país (Programa de Repatriación Rapa Nui "Ka Haka Hoki Mai Te Mana Tupuna"). En 2018, luego de cuatro años de negociaciones, el PRRN logró concretar la primera repatriación internacional en Chile gestionada por la propia comunidad involucrada, proceso que permitió el retorno de los restos de dos individuos desde el National Museum Te Papa Tongarewa y el Otago Museum, ambos en Nueva Zelanda.
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